NO ME PREOCUPA EL CORONAVIRUS





No me preocupa el coronavirus, me preocupa el ser humano…

Vivimos en una sociedad racionalizada en la que casi no hay espacio para la incertidumbre, en la que no hemos aprendido a desarrollar estrategias para trabajar en situaciones que no estén protocolizadas previamente. Y en la que si algo no sale como esperamos sólo entendemos el error como explicación, y esta idea, sí que es un verdadero error.

Esto, junto con la revolución tecnológica y la accesibilidad a la información, nos ha llevado a fantasear que podríamos tener un control absoluto sobre la naturaleza, el coronavirus pues, ha llegado para darnos una bofetada de realidad.

No me preocupa el coronavirus, me preocupa que el miedo sea el consejero en decisiones relevantes y estas puedan ser más o menos acertadas. Me preocupa que la presión mediática y la opinión pública gane el pulso a la reflexión y a la serenidad de aquellos que nos representan.

No me preocupa el coronavirus, me preocupa el miedo.
Que el miedo en exceso provoque un sufrimiento innecesario, o que nos lleve a conductas viscerales y egoístas individuales.
Que el miedo sin embargo en su defecto, haga que una minoría de población inconsciente nos ponga en riesgo al resto de sociedad por no seguir las recomendaciones.

No me preocupa contagiarme como médico. Si en mi vida profesional me toca vivir una emergencia sanitaria elijo que sea esta. Sin embargo, sí me preocupa convertirme en vector de transmisión, y contagiar y perjudicar a los que más quiero, a mi familia y amigos.

Me preocupa mucho pensar en mis compañeros hospitalarios, que se vean obligados a tomar decisiones límites por falta de recursos en situaciones extremas.

Me preocupa como profesional de atención primaria que no podamos llegar a dar respuesta a todos los que nos necesiten.

Me preocupa el agotamiento psicológico y sus consecuencias en la población general, derivado de un aislamiento muy prolongado en el tiempo.

No me preocupa contagiarme. Hoy trabajando con mi ineficaz mascarilla quirúrgica y mis guantes de látex en un domicilio, he sido consciente de que me contagiaré ante la falta de recursos de los que disponemos. No me preocupa. Sin embargo, me preocupa que por el hecho de contagiarme no pueda ayudar a tranquilizar a aquel que tenga miedo, o a estabilizar y derivar al que necesite una asistencia hospitalaria.

Me preocupa la desconfianza institucional, no el coronavirus.
Me preocupa que esta desconfianza nos lleve a la población a la suspicacia y al caos. Me preocupa que no vayamos todos a una, independientemente de la ideología política de cada uno.

Me preocupan los países más vulnerables sin acceso a sanidad pública, y aquellos que viven en situación de pobreza, porque el número de vidas que se cobrará será mayor. Me preocupan los refugiados que viven hacinados, y donde la ausencia de medidas de higiene y de distancia de seguridad se saldará con muchas vidas.

Me preocupan las repercusiones económicas que tendrán las duras medidas que se han decidido aplicar para salvar otras vidas. No me preocupa el coronavirus, me preocupan las familias sanas que no se contagiarán nunca por el virus, pero que sin embargo sí que sufrirán sus consecuencias al ver disminuidos de forma inesperada sus ingresos. Me preocupan los niños de esas familias. Me preocupa que se abra la brecha de desigualdad que provocó la crisis del 2008 y que empezaba a cicatrizar.  Me preocupa la repercusión en la salud a largo plazo derivadas de las medidas tomadas. No me preocupa el coronavirus, me preocupa el ser humano.

Me preocupan los memes, y la tormenta de noticias falsas. Me preocupa que el hecho de compartir información sea mucho más importante que la información en sí misma. Me preocupa que el estar tan entretenidos con banalidades nos haga no centrarnos en lo realmente importante y permanezcamos flotando en lo más superficial.

Me preocupa que esos memes lleguen a los familiares que acaban de perder a un ser querido, o que permanezcan aún ingresados en la UCI. Que lleguen a aquellos profesionales que se encuentran ahora mismo desbordados y extenuados, o a aquellos ciudadanos que van a ver su futuro económico a corto plazo muy afectado.

Porque el humor en estos momentos es muy necesario, es un salvavidas al que agarrarnos. Pero me preocupa que no sea conciliador y motivador, sino más bien irrespetuoso y superficial.

Gracias por ese aplauso sanitario, quizá estos días los que trabajamos en sanidad seamos las cabezas más visibles y lo necesitemos más que nunca. Pero me preocupa que no sea extensivo a toda la cadena bien engranada y coordinada de seres humanos que trabajan duro a diario por nuestro bienestar y que van a ser claves también en esta crisis aunque no sean sanitarios. 
Me preocupa que no nos paremos a reflexionar que gracias al esfuerzo de muchos trabajadores, ni siquiera en esta situación de crisis sanitaria, vamos a sufrir penurias respecto a cubrir nuestras necesidades básicas, necesidades que hemos asumido como innatas. Sin embargo, demasiadas personas sí que las sufren a diario sin necesidad de que el coronavirus se cuele en sus vidas, de hecho conviven con microorganismos muchos más letales.

Gracias a toda esa cadena de actores de producción, distribución y venta en comercio que nos vais a proporcionar alimentación y medicamentos. 
Gracias a los que nos vais a proporcionar seguridad pública en momentos de caos. 
Gracias a los que vais a mantener limpias nuestras calles, centros sanitarios y hogares. 
Gracias a los que con miedo vais a ir a trabajar para que no baje la producción de muchos bienes de los que posteriormente haremos uso. 
Gracias a los que nos proporcionáis momentos de ocio y turismo, nos dais de comer y beber cuando todo va bien, y que ahora para protegernos, os debéis de sacrificar cerrando vuestros negocios.
Gracias a todos los que mientras dure este Estado de alarma sin ser sanitarios nos vais a hacer la vida mucho más fácil aunque vuestras cabezas no sean tan visibles como las nuestras. 
Gracias a todos los puestos de coordinación sanitarios y no sanitarios que bajo esta situación inédita, estáis trabajando sin horario bajo una gran presión.
Y GRACIAS infinitas a todos los que conocéis y agradecéis el trabajo del personal sanitario el resto del año.

Y aunque no me preocupa el coronavirus sino el ser humano, cada muestra de apoyo sanitaria o no sanitaria, cada unión por una misma causa, cada muestra de humanidad y de ayuda al prójimo, hace que vuelva a confiar en lo que somos.

Y en ese momento, vuelve a preocuparme ya algo más el coronavirus, y mucho menos el ser humano. Me vuelvo a ilusionar, y estoy lista para ir a trabajar. Acudo a mi Centro de Salud con energía, ante la incertidumbre de lo desconocido, pero con la certeza de que estoy donde debo de estar.

La Historia de la Humanidad nos repite que las crisis son inevitables, y que separados siempre salimos derrotados. Recordemos que como seres sociales que somos, juntos somos capaces de crear y de conseguir cosas muy grandes.
Lástima que esta lección nos cueste tanto aprenderla.

Las circunstancias de esta crisis nos brinda la oportunidad de bajarnos del ritmo frenético en el que vivimos y del que tanto nos quejamos. Aprovechemos este tiempo de solitud que nos proporciona el aislamiento obligado, para reconectar con nosotros  mismos, para disfrutar del tiempo con la familia, para resetear nuestras prioridades y para redefinir bien nuestras líneas futuras de vida.  Aprovechemos para ayudar a que esta crisis sanitaria se resuelva de la forma más óptima posible según las recomendaciones que nos vayan dando. De momento, ¡quedarnos en casa!

¡¡¡Que el individualismo, el exceso de conectividad y de información irrelevante no nos robe más vida que el propio coronavirus!!!




Ndlovu Youth Choir - We've Got This - Fight against Coronavirus/COVID-19


Adjunto este vídeo que me pasó un buen amigo senegalés cuando le pregunté como estaban viviendo esta crisis sanitaria en Senegal. Su respuesta fue esta! Gracias!

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