CUANDO ES MEJOR NO HACER

La medicina es una ciencia cambiante y no es raro que tratamientos que se prescriben hoy, en un futuro dejen de hacerse; al igual que algunos consejos. Por ejemplo, hace años se recomendó que al acostar los bebés en la cuna, en lugar de ponerlos en decúbito supino ( hacia arriba ) los acostasen boca abajo. Pasado unos años, se observó que esa costumbre podía favorecer la muerte súbita del lactante y donde se dijo boca abajo se volvió al boca arriba. 

En otras ocasiones, "el toda la vida se ha hecho así" nos hace creer que es razón más que suficiente para no modificar nuestras actitudes. Y en estos tiempos, la presión de grandes empresas de la industria farmaceútica para vender determinados medicamentos o realizar pruebas diagnósticas han llegado a hacer calar en gran parte de la población de los países más desarrollados que todo se puede curar y que todo padecimiento puede ser tratado. Así,  la menopausia - situación normal en un momento dado de la vida de una mujer - se llega a considerar casi como una enfermedad a la que hay que tratar; ante un desengaño amoroso en adolescentes o la pérdida de un ser querido se busquen medicamentos para evitar el sufrimiento.

En cuanto a enfermedades, si el cáncer es una de las principales causas de muerte, se fomentan técnicas y pruebas para la detección precoz, sin tener en cuenta los efectos colaterales que de ellas se van a derivar y si realmente la realización de las mismas van a reducir la mortalidad por esta patología. Y en patologías más banales como los resfriados y la gripe se pretende buscar remedios que acorten la duración de los mismos llegando a recurrir con frecuencia al uso de antibióticos.

Todo esto lleva con fecuencia a ver contradicciones entre lo que se nos dice por los  medios de comunicación ( tanto en anuncios como en programas de divulgación sanitaria ) y algunos expertos especialistas, a veces, avalados por sociedades científicas, con lo que luego se nos dice en la consulta del médico de familia. Por ello, aprovechando que la Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria ha sacado un documento sobre recomendaciones de "qué no hacer" en la consulta queremos resaltar  algunas de esas medidas que con más frecuencia nos podemos encontrar en la consulta diaria y las cuales estan basadas en la evidencia científica como son  la determinación de la PSA para detección de cáncer de próstata, la realización de densitometria en mujeres menopaúsicas, el empleo de los protectores gástricos, el uso de antiinflamatorios o de antibióticos en infecciones de vías respiratorias  

1.- No realizar de forma sistemática la determinación de antígeno prostático específico ( PSA ) en individuos asintomáticos sin antecedentes familiares de primer grado de cáncer de próstata.   La PSA se determina en un análisis de sangre, sirve para el seguimiento del cáncer de próstata pero no para el diagnóstico. El hallazgo de valores dudosos conlleva la realización de pruebas que no están exentas de riesgos y la posibilidad de someter a hombres a la extirpación de la próstata de forma innecesaria y a los posibles efectos derivados de ello, por ejemplo impotencia.

2.- No solicitar densitometría ( DMO ) de forma sistemática en mujeres posmenopáusicas para valorar el riesgo de fractura osteoporótica sin realizar antes una valoración de factores de riesgo que lo justifique. Cuando se determinó que el riesgo de los parches de estrógenos para la menopausia superaba los beneficiós que aportaba, comenzó el auge de la DMO con el fin de prescribir fármacos para prevenir / tratar la osteoporosis que puede aparecer en esta época de la vida. La osteoporosis es un factor de riesgo para las fracturas en las personas mayores, pero el principal factor de riesgo son las caídas, evitando caerse se evitarán fracturas.

3.- No prescribir benzodiacepinas a largo plazo en el paciente que consulta por insomnio. Diazepam, lorazepam... son medicamentos que se usan para la ansiedad y también para conciliar el sueño. Todos ellos crean dependencia y con el tiempo tolerancia, es decir, el cuerpo se acostumbra a ellos para hacer el efecto deseado se necesitan dosis más elevadas. El sueño es un hábito y hay que practicar unas normas del sueño. En casos excepcionales se puede tomar medicación pero durante unos pocos días para evitar los efectos mencionados.

4.- No recomendar de forma rutinaria tratamiento farmacológico de la hipercolesterolemia para prevención primaria en personas mayores de 75 años. El colesterol elevado es un factor de riesgo cardiovascular a largo plazo, no produce ningún síntoma agudo. En personas mayores sin enfermedades asociadas no es presciso tratarlo.

5.- No prescribir antinflamatorios no esteroideos ( AINE ) a pacientes con enfermedad cardiovascular, enfermedad renal crónica, insuficiencia cardíaca o cirrosis. Hablamos del ibuprofeno, la aspirina, diclofenaco... Casi todos conocen sus efectos sobre el estómago pero además pueden dañar directamente al riñón ,favorecen retención de líquidos y pueden descompensar a quienes tienen insuficiencia cardíaca o hepática. Pueden aumentar la presión arterial, por todo ello, personas con estas enfermedades no deberían tomarlos. Los mayores, si alguna vez los precisan, tampoco deberían hacerlo por periodos mayores de tres días.

6.- No prescribir omeprazol como protector gástrico al indicar tratamiento con antinflamatorios no esteroideos, en pacientes sin riesgo incrementado de sangrado. El omeprazol es un medicamento no exento de efectos secunadarios. La falsa acepción de "protector" ha llevado a la creencia que no solo no pasa nada por tomarlo, sino que además es casi una necesidad cuando estamos recibiendo otras pastillas para evitar las molestias gástricas. Solamente debería utilizarse en aquellas personas en las que el riesgo de sangrar por el estómago es alto cuando además están tomando fármacos que son gastrolesivos ( antiinflamatorios,corticoides...)
7.- No usar tiras reactivas y glucómetros en pacientes diabéticos tipo 2 en tratamiento con fármacos orales no hipoglucemiantes, salvo en situaciones de control glucémico inestable. El buen control de los niveles de azúcar en sangre es fundamental en las personas diabéticas. Para ello es primordial cumplimentar el tratamiento y la dieta, así como realizar ejercicio físico. Cuando un diabético está en tratamiento con insulina, la dosis se puede modificar en función de los controles, pero cuando solo se toman medicamentos o se sigue dieta los niveles de glucemia en sangre no van a modificar el plan terapéutico. Para ello es mucho más útil la determinación de la hemoglobina glicosilada cada 3 o cada 6 meses, según se esté controlado.
8.- No prescribir antibióticos en las infecciones del tracto respiratorio inferior en pacientes sin enfermedad pulmonar obstructiva crónica y en los que se descarta clínicamente que tengan neumonía.
9.- No prescribir antibióticos en la faringitis, salvo que el resultado del Strep A sea positivo.
10.- No prescribir antibióticos en la sinusitis no grave, salvo que exista rinorrea purulenta y dolor maxilar, facial o dental durante más de 7 días, o cuando los síntomas hayan empeorado después de una mejoría clínica inicial.
En muchas ocasiones nos hemos referido desde aquí a la utilización prudente de los antibióticos para evitar las resistencias que se producen por el uso inadecuado de los mismos. La mayoría de las infecciones en las vías respiratorias están producidas por virus que curarán espontáneamente. Solo el médico, cuando sospeche infección bacteriana, debería prescribir estos medicamentos.




  

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